Muchas veces cuando sobra comida en los hogares una costumbre es congelar dichos alimentos para ocuparlos más adelante.
Esto último pensando que cualquier cosa que se ponga en el freezer se conservará perfectamente y podría ser útil al recalentarla en otra jornada.
Claro que la realidad indica que no todos los productos son aptos para este proceso. De hecho, algunos de estos podrían verse afectados en gran medida por las temperaturas bajo cero.
Es así como todo se podría traducir en cambios en su textura, sabor e incluso propiedad nutricionales, dejando de lado aquel gusto delicioso que apareció en el paladar durante la primera vez que se sirvió en un plato.
“Los alimentos mal envueltos también pueden sufrir quemaduras por congelación”, plantea el sitio especializado EatingWell. “También pueden desarrollar un sabor extraño debido a la absorción de otros olores del congelador”, se advierte en el mismo espacio.
Un consejo extra que entrega la entidad norteamericana apunta a que los alimentos se deben envolver de forma hermética usando materiales de embalaje gruesos que efectivamente los protejan del frío.
“Papel de aluminio, bolsas de plástico resistentes para congelación, film transparente resistente y papel de pergamino o papel para congelación son opciones excelentes”, plantean.
¿Y qué pasa con la carne? Se puede dejar en el envoltorio original del supermercado pese a ser fino. Pero, si no se va a utilizar en uno o dos meses, es mejor sumarle más capas con lo ya mencionado.
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